>>>>>>> Viene de la ENTREGA
16...como siempre la pego también a TODO LO PUBLICADO...que encontraréis a continuación
Sigo en www.nirosesnigavines.blogspot.com.es , en www.huffingtonpost.es y en @domingojaime de Twitwer. En Facebook me encontraréis como Jaime Domingo Gómez del Castillo.
A pesar de estos días de vacío el blog está cerca de las 14.000 visitas. Muchas gracias.
PRÓXIMA ENTREGA: En el transcurso de la próxima semana (11-15 marzo)
Sigo en www.nirosesnigavines.blogspot.com.es , en www.huffingtonpost.es y en @domingojaime de Twitwer. En Facebook me encontraréis como Jaime Domingo Gómez del Castillo.
A pesar de estos días de vacío el blog está cerca de las 14.000 visitas. Muchas gracias.
PRÓXIMA ENTREGA: En el transcurso de la próxima semana (11-15 marzo)
Había salido casi de hurtadillas. Cuando dieron las
4 Salitre estaba con una llamada. Maruja se levantó y buscó la puerta como un
niño cuando le dan el recreo en la escuela. Pisó la calle y la duda se
convirtió en pánico. No podía esperarle, no debía. Era imprescindible controlar
aquel arrebato. Se confundió entre el denso grupo de compañeros que caminaban
hacia la parada del bus y, al llegar a la esquina, orientó sus pasos al metro.
No le apetecía demasiado ir directamente a casa y optó por pasar de largo y
apearse en la estación del centro comercial. Necesitaba volatilizar toda la
inquietud que le estaba provocando el momento que vivía. Huía de la sensualidad
de Salitre pero le era totalmente imposible no compararla con la atonía que se
había instalado en su relación con Venancio. Huía sin dirección, del uno y del
otro sin lograr cauterizar la sensación de que ambos la tenían encarcelada en
dos espacios de vida incongruentes.
Caminaba por los pasillos del centro con la mirada
perdida en los escaparates y el pensamiento en el vacío. Nada le llamaba la
atención en aquel tránsito de fuga.
Una joven la abordó cortándole el paso.
- Buenas tardes,
señora. ¿Conoce usted GNI Direct?-
Sintiéndose invadida, Maruja la esquivó sin
responder y aceleró el paso buscando la entrada del aseo. Varias mujeres se le
habían adelantado y tuvo que esperar. No le hizo demasiada gracia comparar
aquella cola con la que provocaban las llamadas en la plataforma.
- Puede que la
vida sea esto. Siempre tenemos que esperar a que llegue nuestro momento-
Cuando entró en el servicio aquel metro cuadrado
embaldosado y maloliente la devolvió a la realidad. La cisterna no funcionaba.
A pesar del asco que sentía limpió el asiento con un pedazo de papel higiénico
y sublimó lo escatológico.
-¿Le queda
mucho?- Alguien tenía prisa por entrar. Por un instante le pareció
divertida la idea de fastidiar la premura que sentía la mujer que había
golpeado la puerta con ansia. Pero no le apetecía para nada seguir respirando
aquel aire enrarecido. Abrió la puerta y una embarazada se precipitó hacia la
taza. Media docena de mujeres seguían esperando. Mientras se alejaba ironizó
murmurando.
- ¡Agilizamos,
por favor, agilizamos que tenemos cola! –
Miró el reloj. Con un poco de suerte cuando llegara
a casa Venancio estaría en el bar o dormitando en el sofá. Buscó la salida y
alargó la tarde desechando el metro como transporte. Daría un paseo para
robarle tiempo al tiempo y ganárselo a su tedio.
A las 7, Salitre desistió. Maruja no aparecía por la
boca de metro. Aquella mujer estaba derrotando su frivolidad convirtiéndose en
importante para él. No se reconocía en aquel estado que era más fruto de la
devoción que del deseo.
Arrancó y buscó el camino que le llevaría a casa
pasando por la gasolinera para repostar. Necesitaba combustible para el motor
de su automóvil y para sus ideas. No miró al retrovisor cuando dobló la
esquina. Maruja cruzó la calle buscando las llaves en el bolso. No se vieron a
pesar que no dejaban de mirarse en todas sus preguntas.
- ¿Vienes de
la Alameda? –
Froilán se lo preguntó para evitar una presentación
demasiado formal.
- No, vengo de
la cárcel –
Era una respuesta que Froilán no esperaba. Titubeó,
a su pesar, en el intento de reconducir la toma de contacto.
- Permíteme
que te de la bienvenida al barrio. Me llamo Froilán y si me necesitas para algo
me encontrarás en el banco que queda justo enfrente, detrás de la valla del
parque – Lo soltó de tirón esforzándose por ser amable.
- Gracias,
Froilán. Yo me llamo Sebas y soy nuevo en esto. ¿Sabes si la bofia se meterá
conmigo si me instalo aquí? –
- Depende,
Sebas. De vez en cuando te putearán pero no son demasiado pesados. Se paran, te
dicen que aquí no puedes estar, tú finges que te alejas y con un poco de suerte
pasan días hasta que se repite la historia –
- Bien. Poco
tengo que perder. Gracias por la información –
Mientras hablaba iba colocando un cartón apoyado en
la pared con un texto rotulado en azul que se inclinaba a la derecha y se
empequeñecía al final de cada línea en un esfuerzo imposible por que cupieran
enteras las palabras.
“AYUDA POR FABOR NADIE ME DA TRABAJO Y NO TENGO DE
COMER”
A Froilán le pareció un contenido honrado, alejado
de frases alusivas a niños o minusvalías inexistentes. No quiso preguntarle qué
le había llevado a la cárcel. Si quería contarlo algún día lo haría. Le pareció
que estaba frente a un hombre de pocas palabras y muchos miedos. Lo prudente
era retirarse.
- Bien, Sebas.
Me retiro a mis aposentos. Ya sabes donde puedes encontrarme-
Cruzó la calle en dirección al parque mientras Sebas
se sentaba en el suelo y estiraba el brazo con la mano abierta esperando que
algún viandante se la llenara de esperanza.
Una mujer que salía del cajero se le quedó mirando.
- ¿Donde está
Segis? –
Sebas respondió con otra mirada que transmitía
desconocimiento. Encogió los hombros mientras la mujer se alejaba guardando en
el bolso unas monedas que posiblemente habrían ido a parar a su mano si se
hubiera llamado Segis. Hoy no cenaba. Nada nuevo para él en los tres días que
llevaba en libertad.
La noche es noche para todos, sea cual sea su vida.
Para unos representa el descanso después de unas horas de rutina o imprevistos.
Para otros, cansados de vivir, es el consuelo del olvido entregando el cuerpo a
la oscuridad del sueño.
Para Violeta la noche representaba la confirmación
de que P.P. ya no estaba. Lo comprobó mientras ordenaba el lavavajillas. P.P.
siempre se había ocupado de esa tarea y tuvo que buscar el folleto de
instrucciones para programarlo adecuadamente. Al escuchar el zumbido del agua
iniciando el proceso se sintió aliviada y salió al jardín. No había demasiadas
plantas pero era evidente que necesitaban cuidado. A eso si se atrevió sin la
ayuda de instrucciones. Puso la boquilla de la manguera para que actuara como
aspersor y llevó la lluvia a geranios, rosales y damas de noche hasta dejarla
dentro del parterre donde los setos protegían la casa de miradas.
Entró en la cocina, buscó una pizza en el congelador
y la convirtió en comestible calentándola ocho minutos en el microondas. Era
hora de cenar y pensar en no pensar. Apenas probó aquella cuatro estaciones de
marca blanca. Salió de nuevo al jardín para cerrar la manguera y respirar el
olor a tierra mojada para que la sensación de frescor la liberara del sofoco
acumulado en el día. Apagó las luces del jardín y subió en busca de la cama
haciendo escala en el baño.
Apenas se secó. Le gustaba dejarse caer desnuda
sobre la sábana con la piel húmeda. Algo que nunca había sido del agrado de
P.P. Pero él no estaba allí para recriminarle que mojaba la cama ni pedirle que
bajara el volumen del televisor.
Encendió un cigarrillo mientras buscaba que canal la
ayudaría mejor a conciliar el sueño. En verano la programación estaba llena de
remakes. Se decidió por la oscuridad que solo rompía el reflejo de la luna en
la ventana. Una última calada le sirvió para encontrar el final de un día en el
que no había podido escribir nada nuevo en aquella página en blanco en que se
había convertido su vida. Morfeo se la llevó hasta lo más profundo de su reino
prometiéndole que a las seis en punto estarían de regreso.
La semana les había pasado volando. El jueves le
dieron a Mariona la alegría de concederle el cambio de rotación que le
permitiría coincidir con Palmira en sus días de libranza. Les apetecía pasar el
fin de semana juntas. Se despidió de sus padres hasta el día siguiente y
emprendió el camino de la casa de Palmira dispuesta a aprovechar cada minuto.
Antes de tomar el bus se paró en el supermercado para comprar dos botellas de
Ribera del Duero y unas bolsas de ganchitos. Tenían previsto dedicar la mañana
a conocer el casco antiguo de la ciudad y comer un menú asequible en cualquier
chiringuito de la zona. Tardaron en salir el tiempo que Mariona necesito para dejar
su bolsa en el dormitorio y la compra en la cocina.
- ¿Empezamos
por la catedral? – sugirió Palmira. Sin esperar la respuesta de su amiga
desplegó un plano del barrio monumental y señaló el camino que les llevaría
hasta aquel edificio mitad románico mitad gótico que se alzaba por encima de
otros más profanos pero con la misma carga de historia y de leyendas.
- ¡Es
increíble que te cobren por entrar en un lugar de culto! –
- Si esperamos
a la misa no nos cobrarán, pero no podremos pasearnos por el interior ni hacer
fotografías –
- ¡Deja,
Palmira, deja! Ya que hemos venido, entremos. Invito yo –
- Vale, pero a
la salida yo pago la caña – respondió Palmira.
Mariona pagó las entradas refunfuñándole a la mujer
que se las dio.
- A este
precio en lugar de dos tickets podrían darnos, al menos, un folleto explicativo
–
- Si quieren
una visita guiada tenemos una en veinte minutos. Son seis euros por persona-
No contestaron. La puerta lateraL de acceso al
templo se quejó cuando la empujaron para entrar.
Los sábados la plataforma estaba en calma hasta
mediodía. Aquel fin de semana estaban de servicio Selena, Belma y Jacobo.
- ¿A quién
tenemos hoy de super? – preguntó Jacobo.
- Creo que a
Violeta. Si, seguro. Hoy Violeta y mañana Manuel – Belma lo había
consultado el día antes.
- O sea, que
el día jodido será hoy – añadió Selena.
- Depende,
chicas, depende. Si estamos atentos no creo que nos dé mucha guerra. Cuando está
sola pierde gas. Nos teme tanto como nos odia –
Jacobo lo dijo sin reparo. En el tiempo que llevaba
allí se había apercibido que Violeta solo mordía cuando tenía público.
Necesitaba al resto de supervisores para lucirse a pesar de que sabía que no
compartían muchas de sus actuaciones.
- Es una
cobarde. Una cobarde que nos puede hacer mucho daño, chiquillas. Pero nunca os
golpeará a campo abierto. Lo hará a vuestras espaldas, a través de terceros,
alterando la verdad, manipulando las cosas –
- ¡Caramba yayo!
Vienes calentito. Nunca te había oído hablar con tanta dureza de la cobra –
Selena estaba sorprendida.
- ¿Creéis que
lo de nuestra queja ha quedado en el olvido? ¿De verdad pensáis que se asustó
o, como mínimo se propuso cambiar? Esta esperando su momento. A varios de
nosotros nos la tiene jurada. No pudimos con ella entonces y eso la ha hecho
más fuerte. No sé quién la protege ni por qué…Bueno, creo que todos sabemos
quién; lo que no sabemos es porqué…”
Belma y Selena asintieron con la cabeza.
- Me da que tú
yayo y Aisha sois los primeros de la lista –
- Si, Selena.
No hace falta ser vidente para esto…..- Hizo un gesto que imitaba una
sonrisa para cambiar de tema - ¡Me voy a
celebrarlo! Con vuestro permiso bajo a
fumarme un cigarrillo antes de que llegue nuestra amiga –
- Si, bájate –
respondió Belma – Y si no te importa,
cuando subas, vamos nosotras –
No estaban autorizados a salir de dos en dos los
fines de semana. Pero a primera hora y antes de que llegara el cliente se
tomaban algunas libertades que dulcificaban el esfuerzo.
A las diez menos cuarto Violeta irrumpió en la
plataforma escudriñando con la mirada la composición de las raspas. Llegaba
maldiciendo su descontrol. Se había levantado a las seis de la mañana en un día
en el que no era necesario madrugar. Si P.P. hubiera estado en casa la habría
advertido para que cambiara el despertador.
- ¡Buenos
días! ¿Podéis explicarme que hace la gente de G Plus mezclada con los agentes
de asistencia? –
Jacobo salió al quite de inmediato al apercibirse de
que su amiga del alma estaba belicosa.
- Los fines de
semana intentamos agruparles y dejamos que se sienten como quieran. A nosotros
no nos representa ningún problema, Violeta. Son pocos y podemos controlarles –
- No me parece
bien que toméis decisiones sin consultar. Mandaré un correo informando. Hoy
vamos a dejarlo como está. Pero mañana que cada agente se siente en su zona. El
lunes le preguntaré a Manuel si habéis seguido mis indicaciones – La
réplica de Violeta estuvo cargada de esa ironía maligna que no podía disimular
cuando se sentía por encima. Si esperar respuesta se dirigió hacia su mesa,
contoneándose con la misma sordidez que cualquier día. Y como cualquier día
había elegido una blusa incapaz de disimular el rastro de sudor en sus axilas.
- Me temo
que hoy nos va a hacer la vida imposible, Jacobo. Aunque esté sola. Me da que
viene calentita – Belma parecía asustada.
- ¿Calentita?
¡No creas! Antes los fines de semana venía medio llena. Pero ahora, desde que
se ha quedado sin suministro viene como un témpano. Solo hay algo peor que
medio polvo, chiquilla…Y es no tener ni medio – Mientras lo decía, Selena,
puso cara de adolescente picarona y poniendo dos dedos debajo de sus ojos los
dejó resbalar hasta la barbilla.
- Bien, venga
calentita o fría nos quedan seis horas con ella. Nosotros a lo nuestro –
dijo Jacobo.
- Y lo nuestro
es mandar a descansar a unos cuantos – continuó Belma. –Que salgan tres de G Plus, tres de asistencia y tres de
atención al socio. Aquí tenéis el cuadro horario –
Violeta se puso a escuchar a los agentes. Algunos de
los que no eran de su agrado estaban en la sala. Jairo Magno fue el elegido
para comenzar. Atendió la llamada sin problemas y siguiendo correctamente las
pautas exigidas.
- Ya le
pillaré. Seguro que encuentro alguna grabación suya en la que mete la pata –
Lo cierto es que no andaba desencaminada con el
comportamiento del agente. Pero no era ético buscar el error como sistema. Si
la llamada había sido buena lo correcto era cualificarla como tal y mandar el
informe. No lo hizo. Nunca lo hacía cuando un operador no le gustaba. Esperaba
hasta encontrar un resquicio para herir. Y siempre lo encontraba. Era
humanamente imposible que un agente atendiera con perfección un millar de
llamadas al mes.
El siguiente era Salitre. Pura rutina. Trabajaba
bien. Le escuchó sin ganas y le dio una calificación medio alta, un poco por
debajo de la realidad.
Antes de tomarse un descanso escuchó a Waldo. Más de
lo mismo. Todo correcto, sin necesidad de correcciones. Los ítems le dieron
como media un 86%. Corrigió un par de ellos y lo dejó en un 80. No era bueno
que los remeros se crecieran recibiendo calificaciones excesivamente buenas.
Cuando bajó a fumar vio a Jacobo sentado en la
escalera de la entrada conversando con un Ducados que acababa de encender. Le
ignoró como siempre y ambos se sintieron felices por ello. A ninguno de los dos
les apetecía hablar más de lo estrictamente necesario. Y allí, en la calle,
nada lo era.
Se alejó hasta la esquina y buscó la sombra del edificio
sin perder de vista al yayo que estaba recibiendo con alegría la llegada de
Waldo y de Salitre que también se tomaban su momento de asueto. Verlos departir
amigablemente la enervó. Cuando ella era coordinadora nunca les dio tanta
confianza a los agentes. Marcar las distancias es imprescindible si quieres
progresar en la escala de mando. Lo pensaba convencida y lo que se cree con fe
nunca es punible aunque se base en la soberbia.
Mientras apuraba el cigarrillo iba redactando el
borrador del correo que mandaría para delatar el desorden que Jacobo había
provocado dejando que los agentes se sentaran donde les apeteciera.
-Anda, Maruja.
Vístete y vamos a tomar un Martini donde Manolo –
Venancio estaba conciliador y quería ofrecerle a
Maruja lo que el entendía como un detalle especial.
- No me
apetece demasiado vestirme, Venancio. Ve tú si quieres. Yo prefiero quedarme.
Pondré un poco de orden en la cocina, me daré una ducha y, si tú no has
regresado, puede que baje a por ti y entonces si me tomo algo –
- Como
quieras, yo me voy bajando – Necesitaba su primera dosis etílica para
sentirse bien.
Al quedarse sola se sintió aliviada. Aceptó la
invitación del sofá y dejó que su cuerpo se incrustara entre los cojines. El
zumbido del móvil le anunció la entrada de un mensaje.
- Buenos días,
Mariona. Ayer me abandonaste-
Era Salitre que aprovechaba la hora de su comida
para hacerse notar.
Le contestó –Lo
siento. Tenía cosas que hacer-
- Necesito
verte ¿Tomamos algo en el parque? ¿A las cinco? –
A esa hora Mariona sabía que Venancio estaría
durmiendo los efectos de la comida o tomando un interminable café y copa con
sus amigos del bar.
Se bloqueó pensando si valía la pena quedarse en
casa asumiendo la inconsistencia de su vida familiar o acercarse al parque para
sentirse viva.
Pensó que si aceptaba la invitación de Salitre se
iba a sumergir en el peligro. La necesidad de vivir se impuso al prejuicio.
- De acuerdo,
poeta. A las cinco en la cafetería del parque –
- Mejor en la
esquina de la entrada. Espérame allí. Ciao –
El mensaje de despedida de Salitre la alteró. Si la
pedía que esperara en la esquina era porqué no tenía ninguna intención de
entrar en el parque. Cerró los ojos para revivir su escarceo en el coche. No
hay preludio sin melodía final.
Abrió el armario y buscó una blusa entallada de
color rosado y la falda que solo se ponía cuando salía de noche. La última vez
que se vistió de aquel modo fue en la nochevieja de hacía dos años. Todavía
tenía grabada la cara de Venancio cuando le dije que ya no tenía veinte años
para lucir tanto palmito. Fue una nochevieja tan sórdida como sus últimos años
de convivencia. Venancio recibió el año nuevo con la misma borrachera con la
despidió al anterior y cuando llegaron a casa su marido se metió en la cama
después de vomitar y la falda regresó al armario. Hoy era un buen día para
recuperar el ánimo.
- Me ducho, me
visto y bajo al bar – El pensamiento manipulaba los efectos de su decisión.
Disfrutaba pensando en la cara que pondría su marido cuando la viera vestida de
aquel modo y sentía cosquillas en el estómago viendo que apenas quedaban tres
horas para ver a Salitre.
Violeta pulsó la tecla de enviar para que su correo
llegara a destino. El lunes podría comprobar el efecto. Confiaba en que el
destinatario se pusiera en contacto con la dirección de la plataforma para
llamarles la atención acerca de las libertades que se tomaban los coordinadores
en el fin de semana. Había escrito en plural pero con la sutilidad de nombrar a
Jacobo en dos ocasiones para que le consideraran responsable del desorden. Lo
mandó con copia a sus compañeros con la intención de que el domingo Manuel
pudiera corroborar sus palabras en el caso de que Selena, Belma y Jacobo no
hubieran obedecido sus órdenes de cambio de posición de los agentes.
Hecha su buena obra del día siguió con las escuchas
sin dejar de mirar hacia el tambor donde, dada la tranquilidad del día, los
tres coordinadores conversaban relajados. Waldo levantó la mano pidiendo ayuda
y Selena reaccionó de inmediato acercándose sin darle tiempo a Violeta a disparar
el dardo de un reproche.
- ¿Qué tal
aquí? Parece acogedor y el menú no está mal –
- Si, no me
importaría probar ese guiso de ternera con alcachofas. Seguro que no es algo
pre cocinado – Si algo le quedaba a
Palmira de sus orígenes rurales era el rechazo por la comida industrial.
Se sentaron en una mesa junto a la ventana que daba
a la fachada del Museo de Historia. Era una calle sombría y estrecha que
convertía la temperatura en soportable. El restaurante no disponía de aire acondicionado
pero se nutría del frescor de la piedra para convertirse en agradable.
- ¿Vino o
seguimos con cerveza?-
- Yo prefiero
vino. Así mezclamos menos. Recuerda que al llegar a tu casa nos esperan las dos
botellas que he traído –
- Dos no,
Mariona. Cuatro. Yo también compré dos botellas de Jumilla de la misma marca
que aquel que nos bebimos a la salud de Palmi –
- Entonces,
vino de la casa, por favor –
El camarero asintió y se dirigió a la barra cantando
la comanda.
- Dos
entremeses, una de mero en salsa, una de morcillo con alcachofas, y vino para
dos –
Pan y vino llegaron de inmediato.
- ¡Por
nosotras! El entusiasmo que puso
Mariona en el brindis convertía aquel vino cosechero en un gran
reserva.
- ¡Por
nosotras! ¡Que podamos repetir esto muchas veces! – Al levantar su copa
Palmira pensó en la que ya no estaba, pero prefirió no romper aquel clima de
alegría con una nostalgia que les podía amargar la comida.
- ¿Cotilleamos
un poco? – Le pareció la mejor salida para recuperar el ritmo.
- ¿A quién
ponemos a parir? – Mariona entró rápidamente en el juego.
- Yo empezaría
por la coordi nueva. No la soporto –
Cuando les llevaron el postre las dos tenían ese
brillo tan especial en la mirada que solo se produce cuando se ha comido bien y
se ha bebido mejor.
- Dos cafés
solos, por favor. Uno con sacarina –
- ¿Quieren un
chupito? Invita la casa –
Venancio dormía plácidamente acortando el tiempo que
le faltaba para regresar al bar y ver el partido de las ocho.
El apartamento de Salitre se vistió de pasión sin
condiciones, amparando el encuentro inevitable de dos pieles que se ansiaban.
Acompasada y melódica, la sinfonía del deseo llenó el espacio de susurros y
jadeos.
Desde la ventana la tarde no dejaba de mirar como
aquellos cuerpos se enredaban en una danza de fuego que trazaba sombras
chinescas en la pared del dormitorio.
Para Salitre no era una conquista, ni para Maruja
una venganza. Era sexo, solo sexo, comprometido a no significar un compromiso.
A veces la mentira se disfraza de verdad para perfumar lo prohibido con aromas
de libertad sin condiciones.
- ¡Que
golazo!...¡Que golazo!..¿Lo habéis visto?...Mirad, mirad, mirad la repetición.
¡Joder! ¡Menuda gardela! –
Venancio y sus amigos estaban eufóricos. Tanto que no vieron como Maruja asomaba la cabeza
por la puerta del bar. Sonrió y se fue calle arriba hasta su casa. También se
sentía eufórica y su mente no dejaba de ofrecerle la repetición de los momentos
más interesantes de su encuentro.
Es por prudencia o es tu manera de escribir?
ResponderEliminarporque no describes el polvo? jjjjjjjj
Se corresponde con el léxico que predomina en el relato. En otro tipo de historia cabría describirlo. En esta no.
EliminarSIGUE SIENDO MATADOR ENGANCHADISSSIMA ME TIENES
ResponderEliminarGracias, muchas gracias.
EliminarNo sabía que escribieras. SOlo te había seguido en el otro blog. Me está encantando tu novela, es muy realista y entretenida. Enhorabuena.
ResponderEliminarUna amiga de huff
Gracias por tu comentario. El otro blog pronto se activará. Ahora el físico no me permite tanto.
EliminarTampoco te conocía esa faceta. ¿Podemos leer alguna otra cosa tuya?
ResponderEliminarNos gusta como cargas de poesía tu escritura.
Loli y Andrés.
No está actualizado. Pero sigue vivo un blog de corte social http://nirosesnigavines.blogspot.com.es
EliminarEstá escrito en castellano.
QUE EL GRANAINO DIGA LO QUE QUIERA TODOS SABEMOS LO QUE ES
ResponderEliminarUN FASCISTA DISFRAZADO DE SI MISMO
MUY BUENA HISTORIA Y MUY BIEN CONTADA
ANDO POR LA MITAD PERO PIENSO SEGUIRLA..
ABRAZOS
J.P.G.
Gracias por tu comentario. Dejemos en paz a los que no la tienen.
EliminarTenemos que decírtelo. Ya que has reemprendido la escritura de tu historia bien podrías no haber abandonado la lucha que emprendimos para que te devolvieran lo que te quitaron. Al final, Jaume, tus amigas te abandonaron. Ya no les servías de muralla contra las cosas que pasan allí. Nosotros te disculpamos por dejarnos pero si lo analizas verás que al seguir escribiendo estás luchando otra vez. Te decimos esto porqué los tres te queremos.
ResponderEliminarLo que me llena de emoción es vuestra última frase. Yo también os quiero y siento lo que pasó. Mi gente es mas importante que yo, aunque algunos no lo entiendan.
EliminarConsigues que los que no conocíamos ese mundo sepamos lo que es. Te felicito por el prólogo y las primeras páginas. Lo pienso seguir con toda mi atención. Tienes esencia de escritor. En Huffington se te ve capaz pero en esa historia se te descubre.
ResponderEliminarEres muy amable. Gracias. Espero que lo que te queda por leer siga siendo de tu agrado.
EliminarMUCHA M EN LA GALERA MUCHA JAIMITO
ResponderEliminarTE ECHO DE MENOS Y CREO QUE NO SOY SOLO YO LA QUE TE RECUERDA
ERAS EL MEJOR
Algo me llega. Pero todos los temporales se capean. Nadie es nadie, ni siquiera lo fué.
EliminarAGIL Y ENTRETENIDA COMO TUS COMENTARIOS EN LA WEB
ResponderEliminarSALUDOS
Saludos y gracias
EliminarMe he pasado la tarde leyendo tu novela. Si escribieras sobre algo que todos conociéramos más seguro que triunfaba. Eres bueno Jaime Domingo.
ResponderEliminarTe sigo en Huffington y desde hoy te seguiré aquí. Enhorabuena escritor. Seguro que a mi mujer también le va a gustar. Te lo cuento.
Me halaga haber contribuido a tu tiempo de solazo de la tarde. Y me halaga tu comentario. Muchas gracias.
EliminarNos pusimos a leer tu blog porque el granaino le llamó miseria...
ResponderEliminarLe hemos dado las gracias al pie de uno de sus comentarios. Lo que el llama miseria es literatura de la buena. Felicidades Jaime
Mira por donde algo le deberé a ese personaje.
EliminarMuchas gracias a vosotr@s por leerme.
Te dije que te lo contaba. A Angela le ha encantado. Desde hoy vamos a leerte juntos. Nos hemos inscrito en Huffington como comentaristas. Nos encontrarás como ALFREDO Y SU MUJER.
ResponderEliminarAh y al granaino tambien le hemos dado cera.
Me alegra que coincidáis. Y si, os he visto en Huffi.
EliminarGracias Ángela y Alfredo. Por leerme y por la cera.
Otra vez nosotros. Hemos comentado detalles de tu historia y coincidimos en que es algo vivo. Nos encanta Jaime y vamos a recomendársela a nuestros conocidos. Un abrazo.
ResponderEliminarCada dia miro si sigues con tu libro.
ResponderEliminarOye...esa Violeta es la HDP que desencadenó la movida que montaron a tu favor en Huffington Post ¿verdad?
Menuda zorra.
No nos dejes esperando que nos tienes enganchados a toda la familia.
¿Estás bien? Sigo esperando que cuelgues más de tu historia.
ResponderEliminarHe visto en facebook que andas regular. Arriba el ánimo campeón. No hay prisa, ponte bueno y escribe.